Historia

Cuando piensas en una especialidad culinaria dorada y crujiente lo primero que se te viene a la cabeza es una croqueta.

 

Se toma desde la Antigua Roma como tentempié, plato principal del menú cotidiano o especial y también como postre dulce.

 

En su puesta de largo en la historia gastronómica, las croquetas se hacían para aprovechar las sobras de otros platos.

La historia moderna de la croqueta comienza en Francia y ahora es una especialidad con variantes para todos los gustos en Europa, América y Asia.

La RAE (Real Academia de la Lengua Española) incluyó el término croqueta en su diccionario oficial en 1869.

La trayectoria de la moderna croqueta comenzó en Francia a finales del siglo XVII con el nombre de croquet. Se servía muy caliente y aromatizada con trufa o hierbas. Con el tiempo adoptó el apelativo de croquette (crujiente).

 

En España se introdujo durante la Guerra de Independencia contra la invasión de las tropas de Napoleón (1808).

Las clases populares fueron las primera en aficionarse a la croqueta. En sus oírgenes, la genuina croqueta española era más pequeña, suave y blanda que la francesa.

 

Las croquetas tradicionales o clásicas son de jamón, pollo o pescado con verduras. Y salsa bechamel. Se bañan en huevo batido con pan rallado y una vez fritas se dejan escurrir en papel absorbente. Menos frecuente es rebozarlas en harina.

 

El Día Internacional de la Croqueta es una idea que nació en España en 2015. Se celebra el 16 de Enero y muchos países se han sumado a la iniciativa.

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